En la falda de un otero que protege el valle del Duero se sitúa Zuzones. Antiguo castro arévaco, tribu celtíbera cuya cabeza era Numancia, bajo dominación romana dependientes de la vecina Clunia, probablemente despoblado durante la invasión árabe, repoblado en la Reconquista, y dependiente del Monasterio de La Vid desde su fundación en el 1550 hasta el 1835, año en que sus fundadores, los Premonstratenses, fueron expulsados y sus posesiones pasaron a particulares debido a la Desamortización de Mendizábal.

Alrededores

Los alrededores del pueblo nos ofrecen paisajes de gran belleza. El río Duero deja a su paso una vegetación que cambia sus colores según la época del año que visitemos.
De los verdes vivos de las hojas de los árboles en primavera a los tonos pálidos y amarillentos del otoño, podemos disfrutar de toda una gama siempre en cambio.

Los campos de cereal en verano ponen un contrapunto a la variada arboleda y vegetación característica de la ribera, y los viñedos cargados de racimos nos avisan del final de la cosecha.

Los paseos

Los paseos por la ribera, rodeados de silencio sólo interrumpido por el canto de las muchas aves que la pueblan, nos permiten gozar del sosiego. Junto al río todavía sigue manando la que hasta no hace tanto era la fuente que usaba todo el pueblo y sus caballerías. Agua fresca de manantial que procede de los montes de la otra orilla del río. La antigua línea férrea Valladolid-Ariza cruzó el pueblo hasta casi los 90. Hoy nos queda como recuerdo su vía y la estación en la que pernoctó, según nos cuenta en uno de sus libros Camilo José Cela.

Los montes

Los montes y páramos del pueblo están poblados por una fauna variada. Jabalí, liebre, conejo, zorro y hasta algún corzo se pueden ver. En el cielo podemos ver volar águilas, buitres, halcones, cigüeñas, cuervos, palomas, codornices, zorzales y por la noche escuchar búhos y lechuzas. Y en el río, dominado actualmente por los cangrejos, todavía se capturan barbos, bogas y hasta alguna trucha. En las cercanías del pueblo está el Alto de Castrejón, elevación en la cual parece que hubo un campamento romano.

El Castro

Y ya más alejado en la ribera sur del río, frente al pueblo, quedan los restos de un antiguo castro arévaco que fue destruido por los romanos, y del que quedan los restos de los cimientos. Y justo frente al pueblo se abre un valle que llaman de La Virgen.
Siguiendo el camino que lo cruza, ascendiendo por la ladera, llegamos a una ermita que está dentro de una cueva natural y rodeada por unas construcciones de origen templario. La Virgen del Monte era la que se veneraba en aquel santuario, recientemente restaurado.